sábado, 20 de octubre de 2012

¿MÚSICA PARA DIOS?






Alabar a Dios es un  privilegio para el ser humano desde los tiempos de Jesús  en la tierra.

El Rey David es uno de los principales músicos y poetas que muestra las Sagradas Escrituras, reflejando toda una vida de alabanzas y un corazón que sede ante la presencia de Dios a través de la música.

Y es que el lenguaje de la música es uno de los principales mecanismos para prepararnos para comunicarse con Dios, independientemente la nacionalidad, sexo, raza y religión.

La música cristiana se convierte en un instrumento de gratitud, obediencia y alabanza ante Dios con un corazón humillado.

La década de los 60,70, 80 y 90 ´s, marcaron a nivel del cristianismo en El Salvador, una época de avivamiento en la música evangélica.

Grupos nacionales como Hosanna Kir, Ultima Generación, Romero y Sonia, entre otros, se convertieron en una leyenda musical difícil de desaparecer del recuerdo de muchas personas, incluso a nivel de la radio difusión.

Para muchos, el éxito de cada uno de  estos grupos se debió a la calidad y el tiempo de consagración que cada uno de ellos tenía antes, durante y después de cada concierto.

Esta consagración se reflejó en cada letra de la música, que  inspiró a cientos de personas  en acercarse más a Dios. El avivamiento que generó esta música también se denotó en los conciertos donde cristianos y no creyentes cedieron  ante la presencia de Dios, orando y llorando.

A nivel internacional también se vivió un auge de la música cristiana con grupos como Generación de Jesús, México 80, Vox Dei, Marcelo Patrono, Aníbal Marroquín, Estanislao Marino, entre otros.

El ritmo de las melodías también contribuía a buscar la consagración y a mantener una relación con Dios, a diferencia de lo que sucede actualmente en la música cristiana.

El atractivo de los ritmos “mundanos” ha llegado hasta la música cristiana  sin ninguna diferencia de lo que presentan artistas que no conocen a Dios.

 El reguetón y el perreo han acaparado las audiencias cristianas, y convertirse en éxitos “cristianos” dejando al descubierto hasta dónde llegará la música cristiana.

Independientemente del género, la música cristiana presenta uno de los retos para volver a revivir tiempos de avivamiento tanto a nivel nacional e internacional.

Un avivamiento que no debe estar expuesto al ranking de popularidad de las ventas de los discos o incluirse en las  listas de  éxitos de las principales radios.

Avivamiento y el éxito de una canción o el intérprete debe reflejarse en la calidad de entrega hacia Dios y una vida de oración para que el mensaje penetre en los corazones de cientos de personas y que busquen una comunicación con Dios y que sus vidas encuentren un nuevo rumbo.

Lejos de la popularidad y obtener riquezas, la música debe convertirse en un lenguaje entre Dios y el hombre, capaz de restaurar vidas, sólo así se obtendrá un verdadero avivamiento.





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